Destacan como principales riesgos la escasez de recursos y los cambios en los mercados
La guerra de Ucrania, la subida del precio del gas y su impacto posterior en la economía (recesión, subida de tipos, inflación…) han complicado el trabajo de los economistas, que se debaten por hacer previsiones realistas en un entorno continuamente cambiante y no exento de sobresaltos.
El nuevo entorno geopolítico surgido tras la pandemia y la invasión rusa de Ucrania, que se suma al contexto de replanteo de la globalización y creciente competencia estratégica entre Estados Unidos y China, supone un cambio en las reglas de juego y en las formas de hacer negocios para empresas y Gobiernos.
En valoración, las empresas que operan en los mercados internacionales deben tener en cuenta también otras variables, más allá de las tradicionales como costes y volumen de negocio, como la seguridad de suministro y la resiliencia.
Es por ello por lo que empresas y Administraciones deben actuar con una visión a largo plazo, en la que los riesgos climáticos, catástrofes y conflictos geopolíticos van a estar más presentes a futuro. Desde la escuela de negocios especializada en ofrecer formación online para la identificación, caracterización y mitigación de riesgos financieros, crediticios.
Caída de la red a nivel mundial
El temor ante la posibilidad de que se dañen los cables submarinos de telecomunicaciones crece, sobre todo tras las fugas intencionada o no en los gaseoductos NordStream 1 y Nordstream 2, y debido a que su infraestructura es supuestamente más vulnerable que la de los gaseoductos.
“Una interrupción masiva del flujo de datos es perfectamente plausible. En mi opinión es cuestión de tiempo que algún día suceda con mayor o menor alcance.
Desaceleración de la inflación: ¿cambios en las políticas monetarias?
Aunque en el actual entorno los riesgos a la baja sobre el crecimiento son claramente mayores que los riesgos al alza, un escenario favorable es que la orientación de política monetaria acabe siendo a partir de mediados de 2023 menos restrictiva de lo anunciado y descontado por los mercados.
“Esto podría producirse porque la comunicación de los bancos centrales ahora mismo está concentrada en restaurar la estabilidad de precios, pero, en un escenario relativamente estable en el que las perturbaciones de oferta tiendan a disminuir durante 2023, y con la actividad y demanda global ya moderándose en la actualidad, es posible que la inflación comience a desacelerarse más notablemente en los primeros meses de 2023, lo que daría margen a un cambio en el tono monetario, con los bancos centrales pudiendo primero pausar su endurecimiento, y después pudiendo incluso volverse a focalizarse en sostener la actividad”.
